BECKHAM, LA CARA DEL ÉXITO
Por donde lo miren muchos... El señor conocido como David Robert Beckham, nacido hace unos cuantos añitos en Leytonstone Inglaterra, a quien llaman (obviamente por la mujer) el Spice boy, es un triunfador tanto dentro de la cancha, con su gran talento, como fuera de ella. Creo, en mi modesta opinión, que su gran virtud en el juego, lo que lo ha hecho grande (fuera del físico, claro) es esa increíble puntería, ese don para colocar el balón desde casi tres cuartos de chancha de una certera patada, empalmándolo con el pie o la cabeza de un compañero que corona la anotación (¡goooool!); aunque hay que reconocerle que cobrando tiros libres es igualmente soberbio. También se las ingenia para anotar por su cuenta, pero en lo otro, en la asistencia y el cobro de penas, es fantástico. Fuera de la cancha parece seguro de sí, arrogante, y da la impresión de ser algo antipático. Y tiene por qué; con esa fortuna, esa mujer y esa pinta... cualquiera. Su matrimonio con la ex Spice girl Victoria Adams, como todas sus otras inversiones, lo lleva bien; su mudanza a Estados Unidos no fue muy acertada en opinión de muchos, pero sólo el tiempo lo dirá; amen de la bola de billetes que gana. Pero en lo otro, en la explotación de su cuerpo (lo digo en el buen sentido), Beckham es todavía mejor. Es amado e idolatrado de forma obsesa por hombres y mujeres, y no todos seguidores del fútbol (¿pueden imaginar la naturaleza de algunas ‘fantasías’?). Se mueve bien, y de alguna forma siempre consigue que haya una fotografía como esta. Uno la mira y piensa: “se mete un poco más y...”. Y con ello logra ser un poquito más famosos cada día. Que se administre bien, el tiempo corre y pasa facturas a veces injustas; pero ojal, aunque no sea mucho de mi agrado, siga brillando durante largo tiempo, es una de esas personas que hacen este mundo más interesante. Julio César.
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